Primer Caminante, Te descubrí aquella tarde en el silencio. Entre montañas, nada había improvisado. Todo estaba arreglado, sonreías ante el miedo que delataban las miradas de los chamos. Sonreías por mi “tembladera” a causa del frío y los nervios ante lo que era mi primera experiencia acompañando una tanda de ejercicios de HUELLAS. Con un nudo en mi voz, sin tú preguntarme, te dije: “Animo y liberalidad.”