Hay lugares en nuestra vida no tangibles, físicos, presentes que simplemente se componen por escenarios y sensaciones en nuestros recuerdos. Dicho lugar es testigo de nuestras encrucijadas, cómplice de nuestras acciones, es acompañante de nuestras soledades. Guarda los asaltos a nuestra inocencia, vergüenza de nuestras derrotas, aquellas sensaciones que no supimos expresar… Dicho lugar reúne esos afectos que nos regala Dios y que nos hace preguntarnos ¿Por qué tanto amor? Aquel lugar es compás, ventana, puerta donde nos interpelamos, donde encontramos alegrías y tristezas que son parte del camino. Dicho lugar calla y responde, cuando cree oportuno, ante la rabia, la indignación y en criollo “el guayabo” que solo provoca aquello que nos importa. ¡Ese lugar se ama! Ese lugar se hace presente en cada silencio escogido, en cada juicio emitido, en cada insulto que proferimos, va con nuestra humanidad… Dar nombre a ese lugar, es signo de crecimiento y agrade...