Murchante
es un camino de detalles, pero de los pequeños, prevalece lo simbólico. Los
filósofos del lenguaje a lo largo de la historia han debatido sobre si lo simbólico
se puede considerar real o no, por mi parte yo comparto esa premisa en la que
se afirma que nos presentan otra dimensión de la realidad y por ende es de suma
importancia.
Por otro
lado, en el ámbito espiritual son frecuentes las “piedras en el zapato”, es decir,
aquellas situaciones que nos quitan la paz, nos llenan la mente de pensamientos
negativos que repercuten en un seguimiento libre y nos alejan de ese camino
procesual de lo que San Ignacio llama los tres grados de humildad. En ese sentido,
ante estas “piedras en el zapato” de la cotidianidad, se entienden aquellas
palabras de Jesús: “En verdad les digo: si no cambian y no llegan a ser como
niños, nunca entrarán en el Reino de los Cielos.” (Mt 18,3).
Para
ilustrar, un niño puede llorar ante cualquier circunstancia, pero con un dulce,
una palabra, una sonrisa el llanto pasa a ser cosa del pasado, de la misma
manera de adultos frente a toda “piedra en el zapato” que nos resta energía en
el trajinar diario, el Señor aparece, de una forma sutil, podríamos decir
pequeña, por medios de detalles calmando toda preocupación y manifestando: “yo
estoy contigo.”
Hoy
descubro que Murchante no es un camino para ser estrellas, quiero decir, no se
trata de cuantas palabras bonitas digas, ni la elaboración de discursos
prefabricados, ni cuantas poses realizas, caminar a Murchante es disfrutar de
las estrellas, dicho de otra manera, salir del solipsismo engañoso que te aleja
de la gente y entender tu “yo” dentro de un “nosotros.”
Disfrutando
las estrellas, se reconoce la luz propia, no por una mera comparación sino por
el sentido existencial de reconocer que, en tu apuesta al otro ambos hacen
camino, ambos crecen. San Ignacio afirmaba “Era mi gran consolación contemplar
el cielo y las estrellas lo que hacía muy a menudo y por tiempo prolongado y al
hacerlo sentía una llamada urgente a servir al Señor”, de alguna forma vale la analogía
con las estrellas encarnadas en rostros, situaciones y detalles que generan
consolación y ánimo de servir a Dios.
Agradecido
Sebastián por tu sencillez, gracias por ese: “gracias por tus enseñanzas y
orientaciones” de fin de curso escolar, gracias por confirmar que Murchante es
un camino de detalles, un camino de sencillez, de la misma forma que estas
sencillas líneas...

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