La camionetica va vacía, es
domingo y es muy temprano. El sol se esconde, a medida que sube la camionetica
voy terminando de despertar, todavía falta para llegar a mi destino, a lo lejos
veo rastros de lo que seguramente fue una “buena rumba”, mis ojos se detienen al
observar una silueta femenina ¡es Laura! Laura con su mano izquierda sostiene
una botella de cerveza con la otra sostiene a una pequeña niña. El sueño
producto de haberme levantado temprano más la hora y media de viaje se esfuma
abruptamente. Esa imagen en segundos se hizo eterna, viví un “cámara lenta”, la
camionetica continua y mi mente exclamaba ¡ Que insensata es Laura!
Así iniciaba la jornada de
catequesis en el barrio. Laura llegó, tenia 15 minutos de retraso, es
justificable, vive a 45 minutos
caminando del lugar de la catequesis, apareció en compañía de la niña. Laura me
dijo: “Isaac, tenemos que hablar”, la niña que le acompañaba fue entretenida
momentáneamente por una galleta, otros jóvenes de la catequesis sirvieron de
cómplice para jugar con la niña, mientras Laura y yo podíamos conversar, su
rostro más allá de las ojeras expresaba mucho más.
Y así en segundos Laura empieza
a llorar, a llorar con el alma, no tengo otra expresión para describir tal
hecho. “Isaac, ayer hubo una fiesta no termino bien”, sin decir una palabra
ella continua y me dice: “ Yo sé que mi
hermano esta en malos pasos, pero me duele lo que paso.” – no vale la pena
mencionar que paso, me lo reservare - .
Los familiares de Laura se encontraban resolviendo todo lo pertinente a la situación del “hermano”,
en su preocupación olvidaron dejar las llaves de la casa, por lo tanto Laura y
la niña – su hermana menor – se quedaron fuera y ahí amanecieron… hasta el
inicio de la catequesis.
Ante tal experiencia, no cabían
muchas palabras, solo me atreví preguntar: “¿ Que hiciste? ¿ Tomaste? Te vi con una
botella de cerveza” su respuesta fue más que merecida: “¡Tú eres gafo!” “claro
que no, solamente que con esa botella jugaba con mi hermana haciéndole creer
que era un juguete.” La única preocupación de Laura era que su hermanita no se
diera cuenta del triste hecho.
Laura es una mujer…. una mujer de 16 años.
¡Laura bendita! ¡ mujeres
venezolanas benditas! que hacen de Caracas una ciudad bendita…
Llamé insensata a Laura. Al
final de esta conversa caí en la cuenta que el insensato soy yo. Los insensatos
somos lo que reducimos la valía del venezolano a un gobierno, a una crisis.
¡Y sí! aunque no le tengo el más mínimo respeto a Roque Valero, hoy concluyo este post con Ciudad bendita.
Isaac Daniel Velásquez S.J.

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