Pensadores y poetas, así definiría a los jóvenes de Misión en Red, pertenecientes a la Red Juvenil Ignaciana de Colombia, con los que tuve la oportunidad de compartir en mi primera Semana Santa por otras tierras. Estos dos calificativos, nacen de aquella distinción del filósofo contemporáneo Heidegger, en el que señala que “el pensador dice el ser, el poeta nombra lo sagrado.” Estos parceros conjugan el ser y lo sagrado desde la “resignificación de su propia historia”, y puedo decir, que me han hecho cuestionarme sobre esa palabra.
Una buena película es y será siempre un buen recurso para distraerse, más en estos tiempos donde es importante conservar una buena salud psicoemocional. Conversando sobre Cine, con un compañero, llegamos a la conclusión que, si bien siempre ha existido la semiótica en el séptimo arte, con los años el impacto de la misma en la sociedad ha ido in crescendo producto de intereses políticos, económicos y sociales de diversos sectores. A tal punto ha llegado este fenómeno que muchas personas a la hora de elegir una película buscan lo más básico posible aludiendo la típica frase: “que no me haga pensar.” Aún en medio de esto, a mí me resulta imposible. Por más absurda o vacua analogía y/o extrapolación siempre hay algo que me deja pensando. Así llegué a Armageddon.